*Acontecimientos*
El Primer Grito de
Independencia en
De todos es conocida la actitud hostil que
manifestó Veraguas, a través del Cabildo Santiagueño, hacia la temprana
manifestación emancipista declarada por el pueblo de Los Santos en Cabildo
abierto. La explicación de esta actitud encuentra eco en raíces más profundas,
inclusive en los orígenes distantes de las estructuras socioeconómicas de Azuero
y Veraguas.
Haciendo un poco de historia social y económica de ambas regiones cabe recordar
que la alcaldía mayor de Natá que abarca todo el territorio de Azuero, estaba
bajo la administración española desde 1522. Veraguas pasó al dominio castellano
en 1558. Natá se organiza repartiendo entre sus fundadores los indios de los
alrededores bajo el sistema de encomienda. La Corona sin embargo, recomienda
alrededor de 1558 la abolición de la encomienda.
Carlos V
“Tanto se abusó del sistema que Carlos V oyendo las protestas de las personas de
bien contra el atropello inhumano a los indios, abolió las encomiendas”.
Esta acción dio origen a la conquista de Veraguas por Francisco Vásquez y a la
dispersión del natariego por Azuero, en pequeños grupos familiares para
garantizar su supervivencia. Esta dispersión originó una serie de fenómenos muy
propios como son: la distribución de la tierra entre muchos titulares y el hecho
de que ésta no está en manos de terratenientes sino en manos de pequeños y
medianos propietarios.
Mientras que en Azuero se abolía la “sociedad señorial” en Veraguas se
prolongaba un siglo después y posiblemente hasta el siglo XIX bajo otras formas.
Mientras que en Azuero se proponían cierto equiparamiento por lo menos en el
derecho español con el indígena y se repartían las tierras entre muchos, en
Veraguas la relación de servidumbre se prolongaba y la tierra quedaba en manos
de unos cuantos, concentrándose el grupo blanco dominante en los centros
urbanos.
“La proximidad de la ruta y la flexibilidad de su estructura permitió tiempo
después que Azuero se incorporara al contrabando comercial natariego que se
iniciara en 1716. Aunque Santiago, capital veragüense desde el siglo XVII
quedaba en un área menos accesible y carecía de puerto, fueron sus estructuras
de corte señorial y agropecuaria, lo que impidió su participación en el
contrabando”.
En marzo de 1820 llegó la primera imprenta a Panamá. La operaba don José María
Goitia. Pronto se publicó un periódico que se llamó La Miscelánea. Formaban el
cuerpo de redacción los próceres Juan José Argote de nacionalidad colombiana y
los panameños Mariano Arosemena, Manuel María Ayala y Juan José Calvo. Este
semanario circuló por todas las poblaciones del Istmo.
Simón Bolívar y José de san Martín
“…en él se hablaba de libertad, de independencia, de los sabios ejemplos de la
revolución Francesa, de la independencia de los Estados Unidos, de los logros de
Bolívar, San Martín, Morelos, Sucre, Santander y todos esos grandes mensajeros
de la libertad…”
La estrecha relación con la zona de tránsito, de la cual obtenían parte de sus
ingresos, les permitió participar de los intereses de quienes en la capital
gestaban el movimiento separatista. Los veragüenses en cambio más conservadores
y apegados al agro, mantenían su criterio de sumisión a la Corona. Esto explica
la actitud con que José de Fábrega, encargado del mando del Istmo, intentó
sofocar el grito de la Villa; sólo mediante coacción del Cabildo Natariego el
pueblo de Santiago se adhirió, en razón de los hechos consumados, al Acta de
Independencia el 1º de diciembre de 1821.
Aún gestores del movimiento independentista en la capital como Mariano Arosemena
y otros vieron con cierto desdén el gesto separatista de La Villa, porque lo
consideraban “irregular y deficiente”.
“Al grito de Independencia de la Villa de los Santos hay que reconocerle su
arrojo y espontaneidad”.
Surge como el de la capital por razones económicas ya que la ruta de tránsito y
su comercio se vinieron abajo, pero a esto hay que agregar el rigor de las
circunstancias en las cuales los interioranos se movían, precipitando la
decisión sin reparar en consecuencias.